Resurrección en el amor
La cuestión que hay que plantearse es esta: ¿Has tenido ya la experiencia de la resurrección? Resucitar es sentirse nuevo, es redescubrir el mundo, es nacer de nuevo. Resucitar es sentirse nuevo, vivir con él para siempre. No es posible creer en la resurrección si no se ha tenido la experiencia de una renovación, de un amor en quién se cree.
No hay más eternidad que el amor. Si no has sabido amar, no tendrás nada que “eternizar”. Para ti no habrá eternidad. La única cosa eternizable es la juventud de tu amor, la vitalidad de tu amor.
Cuanto más ames tú, más se amarán los hombres y creerán más en una fuerza de renovación, en una fuerza de resurrección en el mundo.
Pero no hay que pararse ahí, tontamente. Es preciso ponerse en marcha, dar con una finalidad para la propia vida. Hay que despertarse. Hay que espabilarse para hacer algo bueno y sublime. Urge espabilarse…
Seguramente que tú has disfrutado de algunos momentos felices en los que te han venido ganas de decir: “Ahora quisiera vivir indefinidamente, esto debería durar siempre”. ¿No es eso la eternidad?
Te llevarás aquello que hayas hecho tuyo, aquello que hayas amado suficientemente.
Entonces creerás que Cristo ha resucitado. Yo lo creo.
Sí, es preciso que alguien me ame lo suficiente como para hacerme resucitar. Cristo ha resucitado.
L. Evely